martes, 5 de junio de 2012
Emilio
Emilio odiaba la oscuridad, siempre la habia odiado, se sentia perdido en ella.
Aun siendo niño, sentia ese temor cada vez que su madre apagaba la luz de su cuarto. La sensacion de no saber exactamente la ubicacion de cada objeto de su cuarto, que conocia a la perfeccion, lo sumia en una especie de largo calculo mental. Repasaba en su mente cada detalle de su habitacion, recordando donde habian quedado ese dia cada uno de sus autitos, cada uno de sus muñecos, cada ladrillo de su juguete preferido. Lo hacia con una precision casi asombrosa, podia recorrer cada rincon, cada detalle, hasta reconstruir por completo, en un mapa que casi podia tocar, todo su pequeño mundo.
Cada noche cumplia su sagrado rito, eso le daba seguridad, le permitia dormir en paz. En ocasiones, se perdia en la reconstruccion, esto lo angustiaba, necesitaba tener ese control sobre su realidad, por eso odiaba la oscuridad. Le hacia sentirse pequeño, insignificante. Necesitaba recordar cada detalle, saber donde estaria cada cosa cuando su madre lo despertara a la mañana suguiente. En esas raras ocasiones, volvia a comenzar, como si las cosas tuviesen un orden dentro suyo, como si el respetar ese orden lo ayudara a recordar. Pero siempre lo lograba, siempre podia recordar donde habia quedado cada molecula de su reducido mundo, necesitaba desesperadamente hacerlo para dormir sin sentirse agobiado
Los autitos fueron desapareciendo, los muñecos fueron abandonando los estantes de su cuarto que se llenaron de musica y de libros. Todo mantenia un orden casi milimetrico, los discos ordenados segun un orden que solo el podia comprender, cada libro tenia su lugar, le gustaba encontrar cada cosa al primer intento. Necesitaba conocer, como siempre habia necesitado, el paradero exacto de cada una de sus pertenencias.
Ya no necesitaba recodar cada detalle para dormir, se habia comprado con su primer sueldo, un pequeño radio reloj. La tenue luz de los numeros, lo alejaban de su miedo por la oscuridad, le permitian tener una cabal imagen de todo lo que le rodeaba. Podia ver en esa penumbra, sus estantes llenos de su musica, podia reconocer cada uno de sus libros a lo lejos. Eso como siempre, lo hacia sentir seguro, saber que cada cosa seguia en su lugar, que cada cosa estaria ahi como el queria, como el necesitaba.
Ya no necesitaba recordar, todo estaba al alcance de su mano, y lo que lo hacia sentir mas tranquilo, bajo su control.
Emilio se desperto sobresaltado, inquieto. Su cuarto en la mas absoluta de las oscuridades, como cuando niño, como cada dia que recordaba.
Intento hacer lo que tantas veces habia hecho, sabia perfectamente como hacerlo, alargo su mano buscando alcanzar algo que le diera la nocion de espacio, tal vez su mesa de noche, quizas una pared. Necesitaba que su cerebro encontrara un punto de referencia para ubicarse, se sentia como en su niñez, cayendo, sin poder reconocer donde esta el arriba ni el abajo, era una la mas horrible de las sensaciones que nunca habia tenido.
Su mano tanteaba en la oscuridad con desesperacion cuando la sintio, se alegro de reconocer aquella piel que tanto conocia, su corazon comenzo a recuperar el ritmo normal. La abrazo como cada noche, como lo habia hecho cada noche de los ultimos 15 años, entoces recordo porque la habia elegido, porque la seguia eligiendo, ella era su mundo y solo le bastaba saber que alli estaba, como siempre habia estado.
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